En nuestra realidad cotidiana todo parece que esta centrado en lo que entregamos afuera de nuestras casas y muchas veces lo peor de nosotros lo mostramos puertas adentro. Hay un detalle que percibí esta semana en el metro de Santiago y era nuestros rostros al regresar a nuestros hogares.
Esos rostros los comparaba con los de la mañana, rostros arreglados, las mujeres maquilladas y bien peinadas y los hombres preciosos arregladitos y con buen aroma y me pregunte porque no nos arreglábamos para el regreso a casa donde supuestamente están todos los que amamos y para los que tenemos que estar mas hermosos.
Esto me hizo arreglarme en el metro y salir hermosa del él, como si recién empezara el día y saben me sentí distinta, casi mas aliviada y cuando lo conté a la charla a la que iba muchos hicieron lo mismo y me pidieron que lo escribiera.
Además cuando llegue a casa todos me encontraron hermosa y el ambiente fue mas grato que cuando uno llega con cara demacrada, heroica y sufrida. A lo mejor a alguno de ustedes, hombres y mujeres toma esta reflexión y puede apreciar la maravilla de aprender en detalles a cuidar lo que pasa puertas adentro y no solo preocuparnos de lo que pasa afuera de ellas.
