Cada día es mayor la atención que le damos a nuestro teléfono, está presente a cada instante, y claramente tiene muchas ventajas a la hora de comunicarnos o como herramienta de trabajo, pero quiero proponerles un desafío.
Dejemos de lado los celulares los días domingo, tratemos de funcionar un día sin ellos, analicemos qué nos pasa, cómo nos sentimos, cómo se desarrolla nuestra vida familiar. De verdad que no sucede nada si los apagamos, y se puede ganar tanto si uno toma esa voluntad.
Puedes desarrollar una conversación más profunda, hablar de cómo te sientes, tener la posibilidad de vivir cosas más simples; se puede cocinar en familia, salir a caminar a un parque, pasear y jugar con tu mascota, hacer deporte o escuchar música, dibujar y colorear con tus hijos.
Si te animas a hacerlo, es probable que te percibas más descansada y quizás más plena. Será un pequeño receso de la tecnología, lo que nos hará más conscientes de otras opciones y oportunidades.
¡Un abrazo!
