[Consejo] No culpes a los demás!

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 Cuando tenemos rabia o poseemos emociones negativas, generalmente comenzamos a buscar la culpa en terceros y comenzamos a generar un ambiente cada vez más tenso y hostil, a pesar que los límites pueden ser diversos de acuerdo a si nos enojamos con facilidad o somos más calmos.

Si bien es una emoción humana, tal como la tristeza, la alegría o el miedo, lo cierto es que es una reacción límite que tiene la necesidad de afirmar el Yo, que puede ser desencadenada por diversos factores, dependiendo del sexo, la edad, cultura, educación, etc.

Corporalmente nuestro cuerpo se afecta, nuestra respiración se vuelve más agitada, apretamos los dientes, fruncimos el seño, los músculos se contraen y el flujo sanguíneo se descontrola para prepararnos para responder a la amenaza, lo que puede generar una predisposición a responder de manera agresiva.

La ira libera catecolaminas, hormona relacionada con el estrés, afectando directamente al sistema cardiovascular y la tensión arterial, aumentando así la probabilidad de que se formen trombos.

Estas emociones negativas generan un gran esfuerzo en nuestro cuerpo, llevándonos a sentir estrés, ansiedad, e incluso depresión, pues nos modifica el estado de ánimo, lo que genera una amenaza constante para el bienestar físico y mental, que se pueden traducir en dolores de cabeza y migrañas.

La ira y la rabia nos hacen experimentar un dolor que genera un desgaste excesivo de energía, y nuestro principal sistema afectado es el digestivo, pues se produce la sensación de un nudo en el estómago, que puede llevarnos a crear úlceras y diversos problemas digestivos.

La rabia es un veneno que enferma al que lo siente, la mejor recomendación es tratar de liberarse de ésta, y aprender a controlar este tipo de emociones, pues como es una experiencia tan estresante, en muchos casos termina en violencia y así las situaciones se salen de nuestro control.

-Una buena recomendación es identificar por qué estamos enojados, identificar las causas y evaluar si merece la pena sentirnos así. Hablarlo con alguien de confianza nos puede ayudar a resolver con altura de miras la situación.

-Tratar de liberar tensiones y lograr relajación, ya sea a través de una caminata, escuchar nuestra música favorita, leer un buen libro o tomar una ducha sintiendo el agua y su acto purificador.

-La violencia no soluciona. Aceptar esto nos hará comprender que ésta no alivia lo que nos perturba y puede encaminarnos a otros tensos y malos momentos.

-La comunicación es clave. Para evitar malos entendidos, lo mejor es conversar y aclarar las diferencias, pues cuando hablamos y escuchamos, podemos desarrollar empatía y entender que las opiniones distintas son parte de aceptar al otro como un ser diferente, respetándolo y haciéndonos respetar a través del entendimiento.

Cuando existe perdón, las cosas dejan de doler, por lo que es mil veces recomendable perdonar internamente y dárselo a quien lo solicite. Perdonar, libera más al que siente rencor que al que lo genera, y aunque el dolor haya sido inmenso, la sensación de dejar atrás refresca y tranquiliza, y nos abre una inmensa puerta hacia la felicidad y la reconciliación con uno mismo.