Las fogatas en la playa son un clásico de las vacaciones, ahí nacen amores, amistades y romances fugaces. Cuando recién comencé a ir a estas juntas frente al fuego y el mar todo era nuevo para nosotras y nosotras éramos nuevas para todos.
Los primeros jotes empezaron a aparecer a nuestro al rededor y más de alguna cayó ante el encanto de un chico playero.
Sentada al frente de Emilia la veía conversar y escuchar muy atenta a Javier, que tocaba animosamente la guitarra alrededor del fogón. Cuando los primeros rayos de sol se asomaron y notamos que Emilia no estaba, comenzamos a buscarla por todas partes sin tener éxito, hasta que a lo lejos divisamos una carpa en medio de la playa, corrimos entre todas y antes de llegar, ella sale y se despide de un hombre con un gran beso. Luego volteó, nos vio y dijo:
¿Qué hacen acá?, con un tono medio avergonzado.
¡Emilia! Te estamos buscando hace mucho rato y no dabas señales de vida ¿Qué esperabas que hiciéramos? Le dijo la mayor de nosotras. Ya vámonos a la casa y ¿Cómo estuvo? Le dijo la Pauli, picaronamente.
Y Emilia empezó a contarnos:
¡Ay! fue alucinante, nunca había estado con alguien así, tampoco es que tenga mucha experiencia, pero en verdad él me hizo ver las estrellas. Primero conversamos harto, luego me pidió que lo acompañara a buscar un vino a su carpa, cuando llegamos nos pusimos a conversar y ver las estrellas, me dijo que no volviéramos, que quería llevar su carpa, descorchar la botella y ver juntos las estrellas hasta el amanecer. Hicimos todo eso y conversando, una cosa nos llevó a
la otra, primero, obvio nos dimos un beso, luego todo fue más intenso y de ahí nos encerramos en la carpa. Él se puso abajo, yo arriba y lo hicimos. Me decía cosas que me encendían muchísimo y creo que tuve más de un orgasmo. No sé si lo vuelva a ver, pero espero que antes de que cumplan 20, encuentren un tipo que las haga disfrutar como él lo hizo conmigo.
