Un fenómeno importante para reconocer es la tendencia en aumento a nivel social, de no saber los nombres de las personas, en el estudio de la felicidad se le llamó falta de personificación, que consiste en que somos conocidos por lo que hacemos y no por lo que somos.
Entonces, hablamos del señor de las cortinas, el conserje, el mecánico, la peluquera, el profesor de matemáticas de los niños, y eso hace que en nuestro país sea tan complejo perder el trabajo, porque no sólo se pierde lo laboral sino que se deja de ser quien uno es.
Para recuperar la identidad o los espacios de confianza, es importante conocer los nombres de las personas, es parte de un buen liderazgo incluso. Además, llamar a alguien por su nombre genera un lazo de confianza, y darnos cuenta de que recuerdan nuestro nombre, produce de manera inmediata la empatía.
Así que anímate a conocer a los que te rodean, y verás como se van construyendo de manera más armónica la relación con los otros, desarrollando mayor fraternidad, sinceridad y colaboración.
¡Un abrazo!
