James Graham Ballard fue un escritor nacido en China en 1930, hijo de ingleses, él fue uno de los escritores más notables y fascinantes del siglo pasado, creando en sus obras mundos que en su momento parecieron de ciencia ficción. Murió tan sólo un par de años después de que lo que había escrito se volviera realidad. Sus relatos siempre se centraron en la psicología humana, en la tecnología y en todo comportamiento que el ser humano podría tener en un futuro que entonces parecía muy distante, pero que él mismo predijo de una manera asombrosa.
Pero no fue en un libro precisamente que su más acertada profecía se vería plasmada, sino que en un ensayo escrito en 1977 para la revista Vogue. Imaginando el futuro James Graham Ballard tuvo una visión que en su tiempo resultó mera ciencia ficción, pero que con el pasar del tiempo se hizo tan real como escalofriante. La precisión de sus palabras es tanta, que cualquiera que las leyera en nuestros días, pensaría que este escrito es un fraude, pero no es así. Esto fue escrito hace 40 años, un tiempo en el que ni el más visionario, habría imaginado el futuro tan extraño, que increíblemente ahora es nuestro presente.
Estas son las palabras de James Graham Ballard, palabras que describen un futuro, que ahora está ante tus ojos: “Todo esto será, naturalmente, con un trasfondo electrónico, cada una de nuestras acciones durante el día a lo largo de todo el espectro de la vida cotidiana, será instantáneamente grabado en video, en la noche nos sentaremos a ver las imágenes, seleccionadas por una computadora entrenada, para elegir sólo nuestros mejores perfiles, nuestros diálogos más inteligentes, nuestras expresiones más afectuosas, filmadas a través de los filtros más amables y luego juntaremos todo esto, para tener una reconstrucción mejorada de nuestro día. Independientemente del lugar que ocupemos en nuestra familia, cada uno de nosotros será la estrella en la privacidad de nuestras habitaciones”. La claridad de las palabras de James es atemorizante, nos recuerdan inmediatamente a las redes sociales. La precisión de lo que él expreso en el texto es visible en nuestro diario acontecer, eligiendo nuestros mejores perfiles, nuestros diálogos más inteligentes, nuestras expresiones más afectuosas. Pero irónicamente, perdiéndonos de todo lo que ocurre mientras nos sumergimos en un mundo irreal, en donde todo está maquillado y bajo un filtro electrónico, haciéndonos sentir el centro de atención, mientras ignoramos a los que están cerca, alejándonos tanto de la realidad, que somos parte de un circo mediático creado por nosotros mismos.
